Cómo poner límites a tu familia cuando no respetan tu crianza respetuosa (con dos niveles de firmeza)
En psicología, los límites personales son las fronteras emocionales y físicas que establecemos para definir lo que aceptamos y lo que no en nuestras relaciones con los demás. Son reglas o pautas que nos ayudan a proteger nuestro bienestar, autoestima y salud mental, permitiéndonos comunicarnos de manera efectiva con los demás sobre nuestras necesidades y expectativas.
PSICOLOGÍA Y CRIANZA


Cuando se trata de Criar de forma respetuosa en un entorno donde tu familia no comparte tu visión puede ser un gran reto. Especialmente si dependes económicamente o emocionalmente de ellos, los límites deben ponerse de forma estratégica para proteger tanto a tu hijo o hija como tu propia estabilidad. Mientras redacto esta entrada pienso en algunas mujeres madres que me han dicho “mi familia no acepta mi forma de crianza” “soy madre soltera y mi mamá cuida a mi hija, pero se me hace difícil querer cambiar algunas pautas de crianza porque mi mamá siempre se mete” “mi pareja se mete en mi crianza y aunque no concuerdo con el no es fácil ponerle limites porque dependo económicamente de el”.
Por eso, aquí encontrarás dos niveles de límites:
Nivel 1: Límites suaves para cuando necesitas mantener la relación y el apoyo familiar.
Nivel 2: Límites firmes para cuando tienes más autonomía y seguridad.
Nivel 1: Límites suaves y estratégicos
Este nivel es ideal si dependes de tu familia para vivienda, apoyo económico o ayuda con el cuidado de tus hijos. La clave es cuidar el vínculo y evitar confrontaciones innecesarias mientras proteges tus principios de crianza.
1. Haz peticiones en positivo
En vez de decir lo que no quieres, pide lo que sí quieres. Ejemplo: “Me ayuda mucho cuando a Juanito le hablamos con calma, así se tranquiliza más rápido. ¿Qué tal si lo intentamos hoy?”
2. Redirige la situación sin discutir
Si algo va en contra de tu crianza, actúa antes de que avance. Ejemplo: “Voy a llevarlo un momento a la habitación, creo que ambos necesitan un poco de calma.”
3. Usa tu experiencia como ejemplo
Presenta tus métodos como algo que a ti te funciona, no como corrección. Ejemplo “A mí me ha servido mucho sentarme con él y escucharlo cuando se enoja, así se calma más rápido y entiendo por qué se siente así.”
4. Siembra ideas en momentos tranquilos
No esperes a que haya tensión para hablar. Ejemplo: “Leí que cuando los niños reciben gritos, su cerebro entra en alerta y aprenden menos. Por eso intenta hablarle bajito.”
5. Reconoce la intención positiva antes de pedir tu espacio
“Sé que quieres ayudar y lo valoro. Si ves que ya me estoy encargando, mejor déjame hacerlo a mi manera para que él no se confunda.”
Otros ejemplos que puedes adaptar a tu contexto:
“Creo que en este momento necesita un abrazo, ¿te parece si lo intento yo primero?”
“Cuando yo me agacho a su altura y lo miro a los ojos, suele cooperar más. Voy a probar así.”
“Si quieres, podemos jugar con él un rato y luego intentamos que recoja los juguetes.”
“El pediatra me dijo que así aprende más, por eso lo hacemos de esta manera.”
”¿Podemos esperar unos minutos antes de corregirlo? Así le damos tiempo a tranquilizarse.”
“Gracias por tu consejo, voy a probar con la técnica que me enseñaron en el taller de crianza.”
“Me encanta cuando le hablas con calma, él lo disfruta mucho.”
“Hoy quiero que practiquemos juntos esto que estoy aprendiendo sobre crianza sin gritos.”
“Si ves que me acerco para corregirlo, ayúdame dejando que yo me encargue.”
Nivel 2: Límites firmes y directos
Este nivel es para cuando ya tienes más autonomía y puedes sostener tu postura sin temor a perder apoyo. Aquí la comunicación es clara, directa y coherente con tu crianza.
1. Explica tu postura con claridad: Ejemplo “Entiendo que me sugieras una nalgada, pero mi decisión es educar sin violencia. Te pido que respetes eso.”
2. Define reglas de interacción con tus hijos. Ejemplo: “Mamá, Si Juanito llora, no lo regañes. Yo lo acompaño hasta que se calme.”
3. Haz recordatorios preventivos. Ejemplo: “Hermanita, Antes de ir a tu casa, quiero recordarte que no usamos castigos físicos ni humillaciones con tus dos sobrinos.”
4. Redirige la conversación si se convierte en discusión. “Querido suegro, agradezco tu opinión, pero no voy a debatir sobre cómo crio a mis hijos. Mejor hablemos de otra cosa.”
5. Retírate si no respetan tus límites. Ejemplo: “Entiendo mamá, si insistes en gritarle o corregirlo de forma contraria a nuestra crianza, voy a irme con él y vendremos en otro momento que estes más calmada.”
Otros ejemplos que puedes adaptar a tu contexto:
“No usamos castigos físicos ni humillaciones. Te pido que respetes esa decisión.”
“Si le gritas, voy a tener que llevarlo conmigo para protegerlo.”
“Nuestra forma de educar es sin violencia física ni verbal, y no vamos a cambiarla.”
“Si pasa algo con él, prefiero que me llames antes de corregirlo.”
“No vamos a permitir que lo compares con otros niños.”
“Cuando esté llorando, no quiero que le digas que se calle. Nosotros lo acompañamos.”
“Si no puedes hablarle con respeto, vamos a retirarnos de la conversación.”
“Nuestra decisión es no usar sobrenombres o apodos ofensivos con él.”
“Si no respetas las reglas que te pedimos, no podremos dejarlo solo contigo.”
“No voy a debatir sobre nuestra forma de crianza. Es una decisión tomada.”
Poner límites no siempre significa pelear o cortar la relación. Significa proteger a tu hijo (a), a ti misma y tus principios de crianza, de la manera más segura posible según tu contexto. Si hoy estás en el Nivel 1, no te culpes por no poder ser más directa. Cada paso cuenta y, con el tiempo, podrás avanzar hacia el Nivel 2 con más seguridad y autonomía.
Recuerda: proteger tu vínculo con tu hijo o hija siempre es prioridad, incluso cuando el resto de la familia no lo entienda.